domingo, 21 de noviembre de 2010

Tocando el cielo

Efectivamente. A pesar de ser el mes seco y para asombro de los nepalíes allí presentes, amaneció diluviando. No obstante, lo vimos como una oportunidad de oro para probar nuestras nuevas adquisiciones y tiramos para arriba. La montaña es así. Ese día, decidimos quedarnos a 3200 metros, en un refugio  en el cual ponían un calentador tipo brasero bajo la mesa para calentarse. Realmente resultó ser una bombona de gas con la llama encendida a todo trapo, así que había que tener cuidado para no tostarse demasiado los pies. 

Otra manera de calentarse, con ron nepalí. Esta va dedicada a la Tere (Dra. Pardo)
 Gracias a la amabilidad de la gente del refugio, y ya que me lo pidieron, decidimos dejar allí nuestro trocito de España a la bajada del campamento base. Así, además, podía hacerle compañía a este otro pedacito de tela je, je (por cierto, para los ilustrados ¿la A es algún tipo de escudo?).

Dejando nuestro recuerdo en el Himalaya
¡Qué bien van a quedar las dos junticas!
Tras apretarnos unos pancakes de chocolate y sendos cafés con leche, salimos como alma que lleva el diablo hacia nuestro objetivo. La mañana salió despejada, pero una nube cabrona ascendía por el valle casi a la misma velocidad que nosotros. 

La nube ascendiendo hacia el campo base (abajo derecha)

Como somos bastante cabezones, decidimos llegar antes que ella, así que, a las 7 de la mañana, con las mochilas a cuestas y un frio de los de cuando el grajo vuela bajo, subimos los 1000 metros de desnivel que nos quedaban en dos horas y media (lo cual, teniendo en cuenta que estábamos a más de 3000 metros, no está nada mal). Y sí, llegamos a tiempo para la foto.

Llegada al campo base
Ascendimos un poco más, hasta la zona de las pujas, que son las banderitas con oraciones nepalíes y tibetanas (por cierto Juan, ya tenemos las tuyas) para hacernos unas fotos, con la suerte de encontrarnos absolutamente solos. 

Con nuestro guía Shishir y el Annapurna Sur detrás
 
Siempre hay tiempo para una siesta rápida

Las dos bellezas, y a ambos lados, Annapurna Sur y Annapurna I


¡Olé maño! Esta va para Miguel López y Marina

Aliviando la vejiga. Kaste, esta va por ti
Tras disfrutar del sobrecogedor  espectáculo durante una media hora, la montaña decidió que ya habíamos tenido bastante y la niebla hizo desaparecer todo el paisaje invitándonos “amablemente” a marcharnos.
Durante los tres días siguientes, bajamos de nuevo desde las grandes montañas hasta los verdes valles llenos de vida, aprovechando para darnos un bañito en unas aguas termales que brotan junto a uno de los ríos más fríos del Himalaya. Otro momentazo.

Ya de vuelta en Pokhara, y como es tradición entre los grandes himalayistas (si he estado en el Himalaya soy himalayista ¿no?, pues eso), nos fuimos al Everest Steak House a comernos un buen filete de Yeti o, en su defecto, de Yak. No hubo suerte y tuvimos que conformarnos con un buen pedazo de ternera con ensalada y patatas, regado con la imprescindible cerveza autóctona. Nuestro guía nos dijo que esa era una franquicia y que en la original de Katmandú las raciones eran más grandes, así que, como no nos lo creemos, iremos a comprobarlo personalmente.

Ahora sí que irradia felicidad

Al día siguiente, no pude resistirme a otra tradición tras el trekking (aparte de la ducha), el afeitado en barbería. Así que puse mi gaznate en manos de un señor que no conocía de nada y que llevaba una cuchilla en la mano y me dejé hacer…  Al finalizar el rasurado, me puso una loción y comenzó a masajearme la cara dándome unas bofetadas que no sabía si darle las gracias o dos hostias, pero en fin.

Pre

Post

Un gran descubrimiento, por si alguien visita Pokhara y se hospeda  en el Hotel Grand Holiday, es el pequeño restaurante que se encuentra justo enfrente. Atendido por una familia encantadora, se come estupendamente y a mitad de precio que en el hotel. Daba un poco de palo salir del mismo y sentarse a 5 metros a comer, pero “la pela es la pela”.

Y al día siguiente, nueva aventura: Chitwan.

A las 7 de la mañana nos dirigimos con las hordas de turistas a nuestros autobuses del siglo XXII para comenzar un ameno recorrido de 5 horas hasta el Parque Natural de Chitwan. Como llegamos bien de tiempo, tras poner nuestras mochilas en lo alto del mismo,  decidimos tomarnos un té y un bollo para desayunar, no sin antes asegurarnos de que los asientos estaban numerados y convenientemente reservados. Pero ¡Oh, sorpresa! Al subirnos vimos que no quedaba ni un puñetero hueco, así que el encargado puso a Ingrid detrás del conductor, y a mí, que me vio de pie en mitad del pasillo, me sacó un taburete y con una sonrisa enorme me invitó a sentarme en el pasillo ¡Bieeeeeeen!

Os lo voy a relatar desde mi punto de vista. Sentado en medio del pasillo de un autobús prehistórico. Con una suspensión con menos movilidad que los ojos de Espinete. En las subidas, una velocidad media de 20 km/h. La carretera asfaltada en la época en la que, en lugar de cabras en el monte, había velocirraptores. A mi izquierda, el revisor colgado de una barra, asomado a la carretera con la puerta abierta y subiendo de vez en cuando al techo (yo pensaba que lo perdíamos en cada curva). En la televisión, a dos palmos de mi cara, videos musicales de los “Vengaboys” y “Aqua”, de la más rabiosa actualidad. Detrás de mí, un niño cantando canciones nepalíes interminables y repetitivas, al cual casi le meto el instrumento (musical, un violincillo que llevaba, no penséis mal) por el orto, y delante el panorama de adelantamientos típico de Nepal. Madre mía, qué viajecico… Para muestra de nuestra inmersión en la cultura nepalí, os pongo un video.
Por cierto, no os perdais a la nepalí de mi izquierda, cuando canto, la tengo totalmente embelesada...


¿Y qué nos espera en Chitwan? Para averiguarlo, no os perdáis la próxima entrega de vuestro blog favorito.

Buena caza y largas lunas

Jorge

5 comentarios:

  1. Gracias por la foto! Muy regional tú!jaj Vaya vistas por la zona, lástima el tiempo y la nube madrugadora! Y no consigo hacerme una idea de la temperatura, en las fotos de cerca que sólo se os ve la parte de arriba parece que hace frío, con los gorros y tal, pero luego ves a Jorge de corto y tan tranquilo...

    Esos platazos de comida después de unos días así sientan de muerte, y el afeitado supongo que también, muy apurado por cierto!

    5 horas en un taburete... esta vez no te envidio tanto, y eso que el hilillo musical le daba un toque!

    A ver qué tal en el parque natural! A cuidarse!

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  2. Que grande eres Alacala!!! seguid contandonos vuestro viaje y dando envidia!! Por cierto, puestos a pedir, ya me dedicaras tb alguna fotico, no??!!
    Besicos!
    OLGA

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  3. Estupendo el relato de vuestro viaje!!Seguid pasandolo en grande!
    Besicos desde el clinico!

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  4. gracias por la foto chicos!!!! jo , ke envidia , ahora mismo me teletransportaba!! disfrutad mucho , un besiko muy fuerte desde la capital maña!!!!!

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  5. Siguiendo la tónica general de comentarios... qué envidiaaaa!!! Y qué fotos tan chulas estáis poniendo! Claro que con esos paisajes tan espectaculares... El próximo país Tailandia no? Ése aún me da más envidia (es que yo soy más de playa que de montaña, qué le vamos a hacer!) Un besazo y que sigáis pasándolo tan bien como hasta ahora!!

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