lunes, 27 de diciembre de 2010

Viviendo unas (a)típicas navidades americanas

Lo primero, aclararos que lo de atípico viene porque mi familia es amerimejicana (nuevo vocablo, a ver qué opinan en la RAE), es decir una parte americana y la otra, mejicana. Por eso, estas navidades están siendo mucho más interesantes de lo que esperábamos, porque hay muchas cosas diferentes con respecto a España, pero también diferentes de las pelis americanas (es lo que tiene que no veamos películas mejicanas habitualmente, jejeje…).
Pero yendo por partes, llegamos el martes a Phoenix, estado de Arizona, después de un vuelo de 11 horas hasta Los Ángeles (por cierto, otro récord, nunca habíamos estado tantas horas metidos en un avión). Y cómo me gustan estos americanos, pese a la mala fama que llevan. Ya en el aeropuerto, todos los policías de inmigración hablando español, o al menos intentándolo. Hubo uno que incluso nos contó un chiste de la Preysler (por cierto, la segunda vez que la nombro en el blog, ¿tengo algún problema?) cuando se enteró de que éramos españoles…

¿A que es típico?

Hablando de todo un poco, ha sido el peor jet lag de nuestra vida, cuando llegamos a las 4 de la tarde eran nuestras 8 de la mañana, es decir, llevábamos más de 24 horas despiertos (sé que ahora mismo los doctores no están impresionados :P). Intentamos no acostarnos demasiado pronto, pero a las 9 de la noche (1 pm para nosotros) no podíamos más. El problema: nos despertamos a las 3 de la mañana, como si hubiera sido una megasiesta. Y así estuvimos tres días. El problema no está en que el día de viaje en sí duermas poco, sino en cambiar tu ritmo 16 horas.

Volviendo a nuestras navidades, está siendo genial porque hacemos de todo un poco. Por ejemplo, el miércoles por la mañana comimos comida mejicana (mmm… taaaacos…) que hizo mi tía, y por la tarde fuimos a cantar villancicos a casa de los vecinos. Muy amerimejicano todo :) Que, por cierto, no eran unos vecinos cualquiera, él es un pintor muy conocido aquí, Greg West (http://www.mcbridegallery.com/west.html). Y normal que sea conocido, nos estuvo enseñando su estudio y hace unos cuadros impresionantes (y eso que yo soy de ciencias, aún así fui capaz de darme cuenta),  dibujos de objetos tan bien hechos, con tanto detalle y tanta realidad, que parece que los vayas a poder coger... Cuando supimos lo que le pagaban por ellos, estuvimos considerando la posibilidad de llevarnos uno sin que se diera cuenta (así podríamos continuar el viaje unos meses más), pero debe de estar acostumbrado y no nos lo puso nada fácil, jejeje…
Estos sí que están buenos, y no el sucedáneo que hacemos en las cenas de los sábados, jajaja...

Antes de irnos a cantar loso villancicos, con mi tío y mi prima, ¿os suena lo que llevamos en la cabeza?

Dulces navideños, qué majicos

Más dulces, con un color súper natural :P

Estos días también hemos hecho cosas typical spanish, como comer bocatas de jamón serrano con queso manchego en pan untado con tomate :)
¿A que tiene buena pinta?

Cortando quesito, mmm...

Y entre jamón y jamón, chocolate :) porque cuando llegamos, me recibió una tarta de chocolate gigante, la verdad es que sólo he visto tartas tan grandes en este país. Súper buena, sólo chocolate, nada de mariconadas de añadirle mermelada de frambuesa ni cosas de esas… Así que ya sabéis lo que desayuno cada mañana (aunque a los vecinos se les hace raro, claro que ellos desayunan cosas como huevos revueltos y bacon, y les parece tan normal…). Y mis tíos también habían comprado Nutella, dos botes XXL, jejeje… Cómo me conocen…
¡Algo que siempre había querido hacer! Ése trozo me lo comí yo luego, no soy tan cochina ;)

Una noche fuimos al zoo, porque lo iluminan con luces que tienen forma de animales. Muy curioso, la verdad, no tengo el recuerdo de haber visto algo así en otro lado. El primer zoo en el que no veo ningún animal, y es que los de verdad estaban durmiendo, claro, es lo que tiene la noche.

Dos jirafas

Toda la familia (Jorge de fotógrafo), con flamencos de fondo


Nochebuena fue muy interesante. La celebremos en casa de la hermana de mi tía, que también es mejicana, y fue una cena de traje. Es decir, como dicen ellos: “Yo traje esto, tú trajiste lo otro…” Jajaja, fue una cena informal en la que la comida la hicieron entre todos. Cada uno llevó un plato, o un postre, o lo que hubieran decidido previamente, y nos juntamos como 20 ó 25 personas, entre adultos y algún niño que otro. Muy divertido, la verdad :) Pero el momento cumbre vino con la piñata. Y es que en México es costumbre romper una piñata esa noche. Pero no os penséis que una piñata como las de España, que son de chicha y nabo, de eso nada. Una piñata enorme, y dura como una piedra. Además, no la tienen fija en un lugar, sino que la cuelgan de una cuerda cuyos extremos cogen dos invitados, y la van moviendo. Al niño (y no tan niño, porque al final todos jugamos) le tapan los ojos, le dan vueltas y le dejan que esté un ratito intentando darle, hasta tres golpes, y entonces va el siguiente. En serio, el momento de la noche en el que más me reí (os pongo el vídeo de cuando me tocó a mí). Creo que tendremos que mirar un negocio de importación de piñatas de ese tipo para cuando volvamos a España, jajaja…
Los niños y la megapiñata

Algunos adultos y la megapiñata

Mi tío, jugándose las piernas por un bien mayor

Bueno, y la mañana de Navidad… Qué bonitas son esas mañanas, especialmente cuando hay niños de por medio, ¿verdad? Todos los regalos debajo del enoooorme árbol (y eso que era natural, aún me acuerdo que cuando los vendían en España eran minúsculos, al menos los míos). Pero es que aquí todo es enorme. Las casas, los coches, los envases (por ejemplo, la leche se vende por galones, es decir, en garrafas de casi 4 litros), las ensaladas, la gente… Y lo más importante: los sueldos. Así que no se os haga raro si en una de estas encontramos trabajo por aquí y dejamos el viaje, el blog, y todo lo demás :P

Toda la familia con Trucha, la perra :)

Papá Noel nos dejó calcetines calentitos y antideslizantes a las tres mujeres de la casa

Y a Jorge y a mí, un montón de cosas de Bob Esponja: el peluche, una camiseta, una sudadera, tiritas...

Por lo demás, compras navideñas, ver pelis en el sofá (hablando de cosas grandes, mis tíos tienen una tele de más de 50 pulgadas, ¡es genial!), paseos por el barrio (típico barrio que sale en las pelis, con casas a cada lado de la calle, todas diferentes entre sí, con su césped delantero y un jardín enorme detrás) y relax, muuucho relax, que era lo que más necesitábamos, en realidad. Y es que puede parecer una tontería, pero después de dos meses dando tumbos por ahí, es un placer llegar a un sitio, lavar toda tu ropa (volviendo a lo de cosas grandes, pudimos meter toooda nuestra ropa en una lavadora, luego en la secadora, y tenerla dobladita en menos de dos horas), volver a meterla en cajones y no en una mochila, desayunar viendo tu correo, sentarte en el sofá a leerte un libro… En fin, pequeños detalles que estamos disfrutando como nunca antes, porque hasta ahora nunca los habíamos echado de menos.
Aquí os pongo una batería de fotos de cosas típicas que vimos durante un paseo, para que veáis que mucho de lo que vemos en las pelis es cierto :)

La calle de mis tíos, ¿habéis visto qué cielo tan azul? Y a 20ºC el día de Navidad, genial

Stop worrying (deja de preocuparte)



Por esta casa piden 120.000$, es decir, unos 80.000€ (si ampliais la foto lo veréis). Barato, ¿no?

Y de momento eso es todo, porque no hay mucho más que contar. Nos alegramos de que os gustara la felicitación navideña, fue idea de Jorge, aunque lo pasé fatal, qué vergüenza, porque no es lo mismo escribirlo que decirlo, jejeje…

Un abrazo muy gordo, esperamos que estéis pasando unas buenas navidades :)
Ingrid

viernes, 24 de diciembre de 2010

¡Feliz Navidad!

Mensaje desde el más allá (más allá del Atlántico, en concreto desde Phoenix, Arizona)

 

Dedicado especialmente a Sonia, que está de guardia y lo verá desde el hospital (y a todos los que lo vean con ella). ¡Buena guardia chic@s!

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Adiós Shanghai, adiós China, adiós Asia...

Pánico, angustia, desorientación… Eso es lo que sentimos hace unos días. Tras descubrir que el mercado de la seda tiene parada propia de metro (sí, sí, como el que baja al parking de El Corte Inglés, oiga), decidimos bajarnos junto a un centro comercial para coger algo de cenar. La sorpresa vino cuando nos dimos cuenta de que la parada no estaba “junto a”, sino “dentro de”. Perfecto, pensamos, así no pasamos frío. Pero tras 20 minutos intentando encontrar la salida a la calle comenzaron los sudores fríos, malagana, una “querica”… ¡No tenía salida! Ni en un extremo, ni en el otro. Casi acabamos haciendo un túnel… Finalmente, vimos la luz (la de los neones), y salimos a la calle como Tom Hanks al escapar de la isla en Náufrago, nos abrazamos, lloramos, y nos fuimos a cenar. Bueno, igual no fue para tanto, pero pasamos un ratito de risa nerviosa y desconcierto bastante majete.

¿Y cómo íbamos a irnos de Beijing sin visitar lo más característico de China? Cogimos nuevamente un autobús público y nos plantamos en la, en temporada alta, abarrotada zona de Badaling. Porque ahora, con la rasca que hacía, no había mucho problema de espacio, no. La gran muralla (http://es.wikipedia.org/wiki/Gran_Muralla_China) es visitable en algunos tramos como este, que está perfectamente acondicionado para ello. 

Con más frío que en el Himalaya
Es una construcción colosal que se puede apreciar perfectamente, ya que, al ascender y descender colinas y tener un trazado tortuoso, permite ver las torres y características arquitectónicas de la misma. Peeeeeero, no contábamos con que un viento que casi nos lanza de la muralla, iba a hacer descender aun más la “agradable” temperatura de -5ºC  (sensación térmica aproximada: -20ºC). No obstante, merece la pena.
Desde una de las torres
Para nuestro mañico de nombre Juan, que no nos olvidamos de ti

Antes de despedirnos de Beijing, decidimos acercarnos hasta la zona de retiro de los emperadores, pero pasando antes por uno de los parques que teníamos frente al hotel. El parque se encuentra en una pequeña colina, creada artificialmente con la tierra que sacaron para construir el foso de la ciudad prohibida, ya que Beijing es más plano que el encefalograma de Belén Esteban. 
La Ciudad Prohibida vista desde el parque
 Como muchos otros parques de la ciudad, está lleno de personas mayores que aprovechan para hacer Taichí y mantenerse en forma (en España, podéis animaros a hacer Pilates, que también es sanote y además conocemos a una entrenadora de gran nivel ¿verdad, Patricia?).

También se colaba de vez en cuando algún novato intentando aprender algún paso

Este parque en particular es famoso porque el emperador Ming, cuando se vio asediado por los invasores, decidió matar a su familia y, junto a su eunuco particular, colgarse de un árbol… Y digo yo ¿era necesario matar a la familia antes? ¿no podía haberlo dejado para después?
Te indican el lugar en el que se colgó ¡qué morbo!

El palacio de verano del emperador es otra muestra de lo mal que estaban (y están) repartidas las cosas. Consiste en un “pequeño” palacete con laguito particular, embarcaciones, puerto propio… nada, una fruslería. La visita quedo desmerecida por el frío y porque la audioguía (que se activaba sola), decidió que algunos sitios no eran importantes, y se saltó media visita.
El laguito totalmente congelado

Parte del palacio al fondo


Y volamos a Shanghai, otro vuelo sin incidencias reseñables. Solo como curiosidad os pongo un video de los carritos del aeropuerto. Si pensabais que los del Carrefour se desviaban un poco, vais a flipar…

Al llegar, como buenos mochileros, decidimos ir en metro, con las megamochilas puestas (22 y 16 kg). Ahí aprendimos que, a diferencia de Beijing, en Shanghai son más brutos que un arado. Cuando se abren las puertas del metro, en lugar de dejar salir para poder entrar (que es de cajón, si no, no caben), entran a lo bestia y, si quieres salir, no vale con pedir permiso, hay que empujar más que ellos o te quedas dentro. ¿Y que hicimos nosotros? Adaptarnos. Si esto ocurriera en Alemania, con gente de 2x2 metros, pasando de follones, pero aquí, que el más grande me llega al sobaco, y con una mochila que nos da más estabilidad y densidad que un agujero negro, agachamos cabeza y cual mihura al salir de toriles, tiramos para fuera, arramblando con el que se pusiera por delante. Solo nos faltaba el cachirulo en la cabeza y los brazos en jarras. Sencillo ¿verdad? Es lo que tiene un metro por el que pasan 7, 5 millones de personas diariamente.

Y bien, como dijeron nuestros amigos Sara y Albert, Shanghai es FUTURAMA (conocéis la serie ¿no?). La ciudad tiene un agradable paseo junto al río que permite observar la curiosa estampa de unos rascacielos que, si no son especialmente bonitos, llaman la atención por lo moderno de su diseño. Para acceder a ellos, se puede cruzar el río en ferry por el módico precio de ¡20 céntimos de euro!


Parece un abrebotellas ¿no?




Y por la noche, aun es más espectacular

Shanghai es una ciudad con mucha más presencia occidental, y gracias a ello, en un supermercado de la zona pija, encontramos unos pequeños manjares que nos alegraron el día (todo por 5 euros, no penséis que más). ¡Qué estampa! En la ribera del río, haciéndonos un bocata de jamón con tomate mientras los chinos miraban… Sólo faltó la bota de vino para parecernos a Paco Martínez Soria en “La ciudad no es para mí”.
¡Manjares!
Como curiosidades os podemos contar que los niños chinos, haga el frío que haga, siempre llevan el culo al aire. Me explico, pueden llevar 17 capas de ropa, gorro y guantes, peeeeero los pantalones están abiertos para facilitar la cosa cuando asoma el topo, y como van “a lo comandos”, es decir, sin gayumbos… Os pongo una foto para que lo comprobéis, no es muy buena, pero es que con la familia mirando es complicado.
Fresco, pero útil ¿no?

Y cerramos etapa, despidiendo ciudad, país y continente. Para ello, hemos decidido hacerlo de la forma más moderna posible. Por un lado, hemos viajado hasta el aeropuerto en el tren más rápido del mundo, el MAGLEV. Es un tren magnético, es decir, que no puedes llevar nada metálico o te quedas pegado a él. No, en serio, es un tren que no va unido a los raíles por medio de ruedas, sino que se mantiene a una cierta distancia de los mismos por el efecto de dos campos magnéticos. De este modo, se evita el rozamiento, y se gana en velocidad (¡hasta 431 km/h!) aunque al ser mucho más suave, la sensación no es tan increíble.


Por otro lado, y como no queremos perder días de viaje, hemos pensado que molaría viajar en el tiempo (sí, sí, no pongáis esa cara de haba). De hecho, nos subimos al avión en Shanghai el día 21 a las 14h y, tras 12 horas de vuelo, nos bajamos en Los Angeles 5 horas antes, es decir, a las 9 de la mañana del mismo día 21 (es lo que tiene que la tierra gire je, je).

Una vez lleguemos a Los Ángeles, cogeremos un avión normal (de los que NO viajan en el tiempo) y volaremos hasta Phoenix, donde nos espera la familia para pasar unas muy buenas navidades.

Asia ha terminado. Ha sido más corto de lo que nos hubiera gustado, pero nos tiraba mucho pasar las navidades en familia, así que no había otra manera de hacerlo.
Y nos ha gustado. Mucho. China ha sido un país mucho más agradable de lo que esperábamos. Es un país que, poco a poco va abriéndose al resto del mundo. Y le queda mucho camino por andar, pero siempre hay que felicitar al que da el primer paso, ya que es el más difícil. La barreras cultural e idiomática han sido franqueadas fácilmente gracias a la amabilidad de su gente.

Ahora toca descansar en familia unos días, deshacer la mochila y hacer cuentas para ver hasta dónde podemos tirar. De momento ya tenemos la guía de México, así que ese será nuestro próximo destino.
No obstante, y a petición popular, seguiremos contándoos nuestras aventuras por los “iuesei”, que seguro que no tienen desperdicio.

¡Ah! Y no os perdáis el especial del día de Nochebuena…


Good night and good luck!

Jorge

sábado, 18 de diciembre de 2010

En la capi :)

Y llegamos a Beijing. Como anécdota, que sepáis que si algún día vais a China no sólo deberéis llevar el nombre y la dirección del hotel en chino, sino que además es muy aconsejable que busquéis su ubicación por Internet antes. Más que nada porque nos costó una hora de reloj (y a mí, un ataque de nervios) que la señorita de información del aeropuerto localizara nuestro hotel (que, por cierto, estaba a 5 minutos de la Ciudad Prohibida, esto es, en el mismísimo centro). Y aún así, sólo nos dijo en qué parada de metro bajarnos, porque no lo llegó a encontrar del todo…

Esta es por rellenar, y porque aún no teníamos ninguna foto con el avión :)

La primera noche aprovechamos para ir a cenar al mercado nocturno. Los puestos súper limpios, la gente uniformada. Daba cosilla por lo aséptico, como si perdiera sustancia. Bueno, y también daba cosilla porque vendían estrellas de mar, serpientes, gusanos de seda, escorpiones, penes de cordero, caballitos de mar… Jorge estuvo probando por aquí y por allá, ahora una brocheta de serpiente, ahora unos gusanos de seda… yo me dediqué a las brochetas de ternera y a hacerle las fotos, así, si algún día me dice que no le gusta lo que he preparado de comer, le sacaré las fotos: “Si fuiste capaz de comerte esto…”


Aquí con los gusanos de seda...

...y aquí con la brocheta de serpiente

Ah, y os cuelgo un vídeo para que veáis que conforme vas andando te van hablando, diciéndote lo que venden. Y sí, el último nos ofrecía testículos...


Hablando de comida, se nos había olvidado contaros un detalle súper importante: ¡¡llevamos dos semanas comiendo con palillos!! Y, sorprendentemente, ¡¡se nos da de lujo!! El primer día, no, hay que reconocerlo, no hacíamos más que mirar a nuestro alrededor para ver cómo lo hacían los nativos, pero le cogimos el ritmillo rápido y al día siguiente pim, pam, pim, pam… Ni un grano de arroz, ni un tallarín, nada quedó en el plato :D El arroz es fácil, como lo hacen pasadico y luego no lo lavan ni ná, coges mazacotes gordos, y a la boca. Los tallarines, más fácil aún, agachas la cabeza hasta casi tocar el plato, coges un montón, te lo llevas a la boca, y empiezas a sorber hasta que no te caben más (se puede hacer toooodo el ruido que quieras), muerdes y dejas que el resto caiga otra vez en el plato. ¡Es genial, no hay normas! Eso sí, depende mucho de los palillos que te pongan, cuanto más cutres, mejor, así no resbalan, porque en un restaurante nos pusieron unos palillos finolis, muy monos pero muy pulidos, y no hubo forma…

Al día siguiente nos fuimos a ver la Ciudad Prohibida y la plaza de Tiananmen. A unos 10 ó 12 grados bajo cero, y con algún ratico de aire. Jodo. Hay que reconocer que son impresionantes, pero sólo para la Ciudad Prohibida ya se necesitaban unas cuatro horas, así que con ese frío no lo pudimos ver entero. Una lástima, de verdad, porque con buen tiempo se tiene que disfrutar mucho, pero es lo que tiene venir en pleno diciembre… Además, cogimos unas audioguías en español (sí, sí, en español, habéis leído bien) por cuatro eurillos que nos iban explicando cada edificio, con sus anécdotas y demás. Por ejemplo, en uno de los salones se estuvieron haciendo durante 1300 años, hasta comienzos del siglo XX, los exámenes reales para optar a un puesto de funcionario. Vamos, las oposiciones de toda la vida, pero que aquí las estuvieron haciendo desde el s. VII. Curiosidades. 

Al fondo, el de las cervezas (Mahou, ¿no?) jejeje...

Uno de los palacios de la Ciudad Prohibida. Por cierto, impresionante el cielo azul de Beijing, ¿verdad?

No me he podido resistir: una de las concubinas del Emperador, ¡qué fea era la cabrona!

 De Tiananmen tampoco mucho que contar, una plaza muy grande, muy bonita y muy fría. Se puede ver el cuerpo de Mao, no hay que pagar entrada. Cuando fuimos nosotros ya era tarde, pero aún así no sé si hubiéramos entrado a verlo, porque saber que él quería ser incinerado y que lo están mostrando al público me llega al alma...

Ah, también se nos había olvidado contaros que aquí nos sentimos como los famosos. Más que nada porque los chinos nos piden que nos hagamos fotos con ellos. En Tiananmen, en la Ciudad Prohibida, en la Gran Muralla… Qué majicos, les sorprende ver occidentales. Y es que casi, casi hasta a nosotros nos sorprende, nos pegamos días enteros sin ver a ninguno, y eso que vamos por zonas turísticas… Al final incluso nosotros tenemos fotos con los chinos, para que veáis que no os mentimos :)



Con un chinito en Tiananmen

Toda la plaza está llena de soldados, pero aproveché que este no me veía, jijiji

Lo prometido es deuda. Esther, esta va por ti.

Jorge me hacía la foto y ellas miraban, pero ojo al detalle de lo que llevan en los pies

Esta en grande por si no lo apreciabais bien, jajaja, qué pinticas


Por cierto, que Beijing es una ciudad súper moderna, con McDonald's y Starbucks en cada esquina, centros comerciales por todos lados y con bastante espíritu navideño, cosa que nos sorprendió bastante, la verdad...
Es tan moderna que también sale humo del suelo, como en las mejores pelis de Nueva York

¿Me creéis con lo del espíritu navideño?


Una de las especialidades culinarias aquí es el pato estilo Pekín, así que una noche nos fuimos a cenar a un restaurante especializado en pato. Impresionante, nunca había visto un restaurante tan grande. Ocupaba varias plantas del mismo edificio, y dentro de cada planta, varios salones de varios cientos de metros (valga la redundancia). Pedimos medio pato y unos rollitos de primavera (¡aún no los habíamos probado aquí!), y el cocinero nos sacó el pato a la mesa, lo partió en dos, e hizo lonchitas con la chicha. Mmm… Qué rico, con su grasita, su salsita… Así que cuando nos lo acabamos, pedimos otro medio :) y pasó lo que tenía que pasar: nos empachamos. Pero valió la pena, porque estaba buenísimo. Además, necesitábamos energía para andar los 25 minutos que teníamos hasta el hotel, y más a las temperaturas a las que estábamos. Ahora que lo pienso, igual fue eso, y no el pato, lo que nos sentó mal…

Con guantes y mascarilla, como los buenos cirujanos (y como los malos...)

Había que untar el pato con la salsa que tengo delante y hacerme un burrito con ese pan finito.Mmm...

 Y por cierto, que volviendo de la cena nos encontramos con esto:
¡¡TOMA YA!! ¡Un Dia chino!

donde nos compramos todo esto:
Pan Bimbo, patatas Lays, galletas Chips Ahoy, agua Nestlé, vino español... ¡como en casa!

Al día siguiente fuimos al tercer lugar más visitado por los turistas que van a Beijing. ¿El palacio de verano? No ¿La Gran Muralla? Tampoco. ¡¡EL MERCADO DE LA SEDA!! Es como el rastro, pero en un edificio tipo centro comercial. Mejor, porque con el frío que hacía se nos hubiera congelado el cerebro si hubiera estado en la calle. Y bueno, lo mejor de todo: sólo venden imitaciones perfectas de todo tipo de marcas: Louis Vuitton, Ralph Lauren, Dolce&Gabanna… Abrigos, maletas, bolsos, ropa interior… Ellos te dan un precio, y tú lo regateas.

Acerca del regateo, un inciso para contaros que la primera vez que tuve que hacerlo fue en Punta Cana, que me gustó un lienzo y le pregunté cuánto costaba al vendedor. Cuando me dijo que 30 dólares, me giré hacia Jorge (delante del otro, claro), y le dije: “¿Has oído? ¡Sólo 30 dólares!”. Claro, después de eso, intenté regatear y conseguí bajar a 28… Gran compra. Como todas se me dieron más o menos así, dejé de comprar, directamente.

Bueno, pues esa Ingrid que no tenía ni puta idea de regatear ha muerto, y, como ave fénix, ha resurgido de entre sus cenizas la implacable Ingrid, la dura, la regateadora nata. Así que estoy más feliz que un regaliz con mis compras. Bueno, nuestras, que hay que reconocer que Jorge también regateaba, y duro. Como ejemplos:

-    Abrigo de Dolce&Gabanna: bajamos de 280€ a 22€ (en realidad, a 20€, pero como era maja le dimos 2 eurillos más para un helado).
-    Vaqueros de Diesel (unos para Jorge, otros para mí): de 360€ a 25 los dos (hay que reconocer que ellos dan un precio inicial que es una pasada).
-     Zapatillas de Lacoste: de 55€ a 8.

Así que estamos contentos, porque aunque la calidad no es la de la marca que te venden, pues por esos precios no lo encuentras ni en el rastro. Con que nos valgan para los meses que nos quedan, contentos. Y habrá más de uno que pague cerca del precio inicial :D Ah, y sabemos que fuimos duros, porque cuando nos veían con el abrigo, por ejemplo, nos preguntaban cuánto nos había costado y se lo decíamos, abrían mucho los ojos (y recordad que son chinos) y decían que éramos muy duros :) Otra cosa será meterlo todo en las mochilas, pero ya cruzaremos ese río…

Y bueno, me he alargado mucho, para no variar, así que aquí os dejo. El próximo día que os cuente Jorge qué tal acabamos en la Gran Muralla, y el Palacio de Verano, y mucho más, jeje.

Besos y abrazos,
Ingrid