sábado, 5 de febrero de 2011

Valladolid, ya casi estamos en casa, jejeje...

Valladolid está a sólo 40 km de Chichén Itzá, de ahí que sea una ciudad relativamente conocida. La verdad es que está llena de color, y que sus calles son muy bonitas, bien conservadas, con casas bajas, pegadas unas a otras, pintadas cada una de un color, y calles empedradas. Pero no tiene mucho más que ofrecer como pueblo, para qué nos vamos a engañar… Una de las cosas que más nos gustaron fue que las mujeres todavía llevan el traje típico, algo que no suele ser habitual, en Zaragoza ya no vamos vestidas de baturras. Simplemente es un vestido blanco, ancho y recto, con bordados en el escote, mangas y bajos. Lo mejor fue cruzarse con unas guiris que llevaban el traje, pero como les iba ancho (que es como tiene que ir) se habían puesto un cinturón, y de calzado unas sandalias romanas… Muy monas ellas. 

La catedral con los almendros

No, estas no eran las guiris, jejeje...

La consulta del doctor...

...para que nos quejemos en España de las consultas
Lo bueno de estos pueblos es que encuentras sitios buenos, baratos y típicos para comer. Justo al lado del hotel, un bazar de comida... mmm... qué rico...

Tacos :)
La primera excursión fue, cómo no, a Chichén Itzá, que en realidad es una antigua ciudad maya. Nos subimos en un colectivo (que viene siendo una furgoneta que va recogiendo a gente por el camino) y nos fuimos a explorar. Nosotros que pensábamos que en media horilla llegaríamos, veríamos la pirámide y nos iríamos, y de eso nada, el recinto es enorme (unos seis kilómetros cuadrados, es decir, 600 hectáreas) y casi nos achicharramos en el intento. Así que menos mal que a la pirámide (que en realidad se llama castillo) no se pueda subir desde hace unos años porque se mató una turista americana (quiso acortar en la bajada, y se le fue la mano, por lo que se ve). Lo curioso es que no fue la primera, al menos 1500 personas se han matado desde que es posible visitar las ruinas. Debían de estar esperando a la turista número 1500 para prohibirnos a los demás subir… Bueno, que me desvío, en esta ciudad tenían también el juego de pelota más grande de todos los que se construyeron, un cenote (que es un río subterráneo en el que parte del techo se ha desplomado, y parece como un megapozo natural) en el que arrojaban (vivos o sin corazón, según el día) a niños, guerreros y vírgenes como sacrificio a los dioses (y luego decimos que los españoles fuimos burros durante la conquista), un observatorio (los mayas resultaron ser grandes astrónomos, conocían perfectamente el ciclo solar) y multitud de edificios, entre los que se encontraban templos, mercados… Un paseo largo, vamos. 

Foto típica :)
 
Mónica, esta va por ti, te la debíamos :)

Tzompantli, que significa "muro de cráneos". ¿Por qué será?

Detalle del muro, le ponían realismo, ¿eh?

Curiosa gente, estos mayas. Desde que nacían les deformaban el cráneo con tablas (como los caraconos), les ponían una piedra entre los ojos para que se quedaran bizcos, se afilaban los dientes y se rajaban la cara. Ese era su ideal de belleza. Ahora, imaginaos a los españoles cuando desembarcaron aquí y se encontraron con estos guapetones, jajaja, qué acojone…

Tuvimos la suerte de que esos días era la fiesta de la Candelaria, y el conductor del colectivo nos dijo que no nos podíamos perder la feria. Y como allá donde fueres, haz lo que vieres, nos acercamos a ver qué se cocía. Para que os hagáis una idea, era una mezcla entre el rastro y las ferias, todo junto. Ibas andando por un pasillo, y tan pronto tenías un puesto que te vendían zapatos, como que te vendían comida, como unos autos de choque. Y lo mejor de todo: “Angello, el niño de dos cabezas, pasen y vean”. Por el módico precio de 5 pesos (30 céntimos) pasabas a una sala en la que dos niños de 8 ó 10 años estaban en una vitrina, disfrazados de tal forma que parecía (bueno, si te ponías suficientemente lejos te lo podía parecer, no sé, desde cien metros, quizá) un niño con dos cabezas. En fin, pobres críos… Ah, y aquí, en lugar de tener a Duffman (el que no sepa de qué hablo, que se vea unos cuantos capítulos de los Simpson), tienen a las Solwomen, jejeje… Cuando ya nos íbamos, nos dimos cuenta de que había 5 ó 6 chicas subidas a un escenario con tops y minifaldas (y con logos de la Sol, la cerveza por excelencia) bailando cual guarrillas. Lo bueno fue que cuando les hice foto (para el blog, lo que haga falta) y saltó el flash, el presentador se dio cuenta de nuestra presencia, y como éramos los únicos guiris en muchos kilómetros a la redonda (y es que te alejas cien metros de Riviera Maya, y ya no quedan guiris, y menos, pasando noche) estuvimos manteniendo una amena conversación de punta a punta. Lástima que no tengamos video…
Sin comentarios...

Valladolid es conocido, aparte de por Chichén Itzá, por sus cenotes (acordaos: ríos subterráneos que blablablá…), y al día siguiente fuimos a ver uno de ellos, y a bañarnos en otro. Fue una sensación curiosa porque cuando te metes en el agua piensas que va a estar helada, ya que al fin y al cabo no le da la luz del sol, pero no, estaba bastante cálida (que no caliente, ojo) para lo que esperábamos. Y ya, como anécdota no hay más.

Este cenote, concretamente, estaba en medio de la ciudad
La entrada del otro cenote. Ojo a la cantidad de carteles de advertencia que hay.
¡Y es que parecía que íbamos a bajar al inframundo!

Pero bajar al inframundo, si es para bañarse ahí, merece la pena :)

Ah, y el hotel, casi se me olvida. Qué hotel, oiga. Una antigua casa colonial, databa del s. XVII, que para lo que son estas tierras es viejo de narices. Reformado, tenías dos patios, en uno estaba el restaurante y en el otro, la piscina. Nuestra habitación, todo hay que decirlo, era enana, pero porque habían subido los precios por las fiestas de la Candelaria (todo tiene pros y contras, está claro), y la que habíamos elegido inicialmente se nos iba de madre. Además. En el mismísimo centro, así que lo recomendamos si alguna vez vais a Valladolid: Mesón del Marqués. Además, si no os queréis quedar a dormir, podéis hacer uso del restaurante: muy bueno y bastante barato, para lo que podrían pedir…

La piscina

Uno de los rincones del restaurante. Debajo de las jaulas vacías, una frase: "Los pájaros están en su lugar"
El restaurante, con las mesas alrededor del patio
En la terraza común, con la catedral al fondo

Fíjate, te dejaban hasta un burro, jajaja...

Y como en Valladolid vimos todo lo que había que ver nos fuimos a Campeche. Para los que vayan un poco perdidos con la geografía del Yucatán (sin ánimo de ofender, yo no tenía ni idea antes de venir) he buscado un mapita en el que he marcado los trayectos, las estrellitas son sitios en los que hemos pasado noche… 

Hala, para que os hagáis una idea de por dónde vamos...


Por cierto, ¿os acordáis de que Jorge os habló del conductor aquel que no hacía más que levantar la vista a la tele y santiguarse? Como nos pareció entretenido el viaje, dijimos que repetiríamos asientos. Bueno, pues nunca más. De Valladolid a Campeche nos tocó un conductor que iba descalzo, comiendo la mayor parte del tiempo, y lo que es peor, oyendo rancheras a todo trapo  por la radio, que se solapaban con la película que nos puso. Cuatro horas. Así que los asientos del siguiente bus los hemos cogido al fondo, por lo menos no me pondré nerviosa cada vez que al conductor le dé por despistarse. Ojos que no ven…

Hay mucho control militar, y en Chiapas va a ser mucho peor, ya os contaremos qué tal...

Y llegamos a Campeche, una ciudad como Valladolid pero con mar. Hemos estado tres noches, y nos hemos dedicado a recorrerla de arriba abajo, en colectivo, en camión (autobús en nuestro idioma) y a pata. Se pueden visitar varios fuertes a las afueras, y sobre todo, pasear. Por las murallas (construidas por el continuo ataque de los piratas y que estaban ambientadas con sus objetos), por el malecón (un paseo infinito al lado del mar, con sitio para ciclistas, corredores y paseantes), por la ciudad…  Así que nos hemos encontrado muchísimas referencias a los mayas, a los españoles y a los piratas, y hemos aprendido bastante, la verdad… Dato curioso: no había olas. Ni una ni media. Nunca habíamos visto algo así (y eso que en el mapa podéis observar que Campeche da a mar abierto…), así que suponemos que es la razón de que tampoco tengan playas, y hayan tenido que construir una a las afueras de la ciudad. También fuimos, y era bastante cutre, la verdad, pero a falta de pan…


Uno de los fuertes

Ya os digo que amenizaban la muralla con cosas de los piratas...

Jajaja, ¡esta es buenísima!

Encontramos este sitio para cenar, Luz de Luna, buenísima la comida, súper barato, bien ambientado y la gente muy agradable
Lo que os decía, a la izquierda, Valladolid, a la derecha, Campeche, ¿notais mucha diferencia?
Otro atardecer a la lista :)



Desde esta carabela se hacen paseos turísticos. Lástima que nos enteráramos tarde :(

El atardecer con la carabela al fondo

Y hoy nos hemos venido a Palenque, en el estado de Chiapas. Hemos dejado el calor abrasador del Yucatán y nos hemos adentrado en la selva, a ver qué tal se nos da, y si se nos comen mucho los bichos, jejeje…

Así que hasta aquí puedo leer, besos y abrazos para el que se lo merezca ;)
Ingrid

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