jueves, 17 de febrero de 2011

¡Ay, ay, ay, que esto se acaba...!

Antes de dejar el territorio maya y adentrarnos en el azteca, uno de estos últimos nos pilló (o más concretamente, me pilló) por sorpresa: Moctezuma, con su temible venganza.

Esto generó una entretenida tarde en el hostal que fue mitigada gracias a una auto inyección de primperán® que me tuve que poner mientras mi señora estaba ausente (porque si me ve banderillearme el culo, se desmaya, claro). Al día siguiente, gracias a los maravillosos cuidados de mi enfermera particular y a las drogas, la cosa mejoró y pudimos marcharnos a Veracruz tranquilamente. La convalecencia finalizó la noche siguiente tras “apretarnos” unas buenas hamburguesas con queso, champiñones y patatas, regadas con cerveza fresquita ¡qué bueno es ser tu propio médico a veces!

El camino a Veracruz supuso otro largo viaje en autobús, amenizado por las constantes paradas y registros por parte de los servicios de inmigración mexicanos. Al parecer, a pesar de ser una nación duramente castigada por los estadounidenses en el norte, se toman la revancha poniéndose aun más duros con los inmigrantes guatemaltecos del sur… Qué ironía ¿no?
El caso es que, cada dos por tres, nos paraban para revisar equipajes o pedir la documentación. Si no la tenías, te bajabas y allí te quedabas, como una pobre anciana que tuvo que "acompañarles" yno sabemos cómo terminó la cosa. La escena era curiosa.  El “oficial” subía al autobús con su gorra y su linterna de leds (que no jode ni nada cuando te apunta), escrutando la cara de la gente y preguntaba a quien quería lo que quería. Avanzaba sibilinamente mientras la gente, como en el colegio al pasar el profe, miraba hacia otro lado y no decía ni esta boca es mía. Como debemos de tener pinta de guatemaltecos, la linterna nos enfoco sin piedad mientras nos pedía la documentación. Enfoque a la cara, al pasaporte, otra vez a la cara y al pasaporte… ¿A qué os dedicáis? ¿Comorrr? ¿Qué pregunta es esa? ¿Espera que le contestemos que al contrabando o es puro cotilleo? En fin, contestamos que frutero y verdulera (no, es broma) y el mozo se marchó, permitiéndonos continuar hasta el siguiente control.
Y finalmente llegamos a Veracruz, ciudad costera famosa por su café (si, es cierto, damos fe), por su carnaval (segundo en importancia después del de Rio, al parecer) y por ser la primera ciudad que construimos los españoles y la última de la que nos echaron. El primer día no acompañó con el clima y visitamos la ciudad, que es bastante gris salvo la zona portuaria y el centro de la misma. A destacar un maravilloso museo naval donde, por el módico precio de dar los buenos días (vamos, que es gratis), puedes visitar una exposición de la historia marítima mexicana, desde los mayas, hasta la época actual, pasando por la guerra de la Independencia. Muy bien documentado y con maquetas de las batallas, resultó muy educativo, la verdad.
Banderas piratas

Una amigo me prestó su gorro

Saludando a otro amigo

Lámpara de fusiles

¡Ojo al torpedo!
Una cosa que nos sorprendió fue que, de la neutralidad con que trataban el tema de la conquista/invasión de México por los españoles, pasaban a sus heroicas gestas donde nos humillaron y nos dieron las del pulpo… ¡Eso es orgullo nacional!
Sin rencor. Las dos ondean juntas.

Al día siguiente, aprovechamos que salió el sol y nos fuimos a visitar las playas, incluyendo un paseo en barca hasta la isla de sacrificios y Cancuncito. La primera es una isla frente a la costa, donde los indígenas realizaban sus típicos rituales de matar vírgenes, arrancar corazones y cosas por el estilo para ofrendárselo a sus dioses. Actualmente, es una reserva natural que sólo se puede circunnavegar y que es el hogar del farero y su familia.
Isla de los Sacrificios

A pocos metros de la isla, se encuentra Cancuncito. Éste es un curioso fenómeno natural generado tras el paso de un huracán en el año 1988 que desplazó ingentes cantidades de arena hasta una zona de arrecifes. Al quedar sepultado el arrecife, la arena sobresale de la superficie, dejando una pequeña isla (como la de los chistes de náufragos), donde se puede parar a ver peces, estrellas de mar y demás.

Es pequeña, pero mola

La isla en hora punta




Paco Martínez Soria a su llegada a Veracruz (homenaje a los emigrantes españoles)

Sirenas
Y, tras despedirnos finalmente del Caribe, nos dirigimos a Puebla.  La Heroica Puebla de Zaragoza, Puebla de los Ángeles (por la cantidad de iglesias que dejaron allí nuestros curas) o, simplemente Puebla, es una ciudad muy cercana ya al distrito federal (México D.F.), por lo que, por desgracia, ya se puede masticar la contaminación presente en la capital. Para llegar, la carretera asciende desde la costa, hasta los más de 2100 metros de altitud, pasando junto al pico de Orizaba y el volcán Popocatépetl entre otras maravillas.
El pico Orizaba (a la derecha) visto desde el bus

Puebla es una ciudad bonita para pasear, con un Zócalo precioso abocando a la catedral que, personalmente, nos recordó mucho a nuestra Basílica. Además,  pudimos ver la casa donde vivió y murió Aquiles Serdán, protagonista del inicio de la Revolución Mexicana. Para terminar, subimos a uno de los fuertes de la ciudad para intentar ver la ciudad desde lo alto, con la imponente estampa del volcán haciéndole sombra pero, dada la contaminación, sólo se apreciaba esto
No, no es niebla, es mierda
¿A que molaría más así? (imagen de Google)

Como curiosidad, comentar que tuvimos  un pequeño problema de aclimatación a la altitud. Es curioso, porque ya habíamos pasado tres noches en San Cristóbal a 2100 metros, pero supongo que haber subido en unas horas desde el nivel del mar a 2200 metros, sumado a la contaminación propia de Puebla, hizo que los síntomas fueran más evidentes. La verdad es que fue cosa de unas horas, pero por la noche, Ingrid se despertó con algo de dificultad para respirar, sin poder dormirse nuevamente desde las 4 am y algo taquicárdica. Tras pasar el día algo zombi, por la tarde ya estaba perfectamente aclimatada y volvía a ser la de siempre.

Así que con Ingrid totalmente recuperada, nos hemos subido a nuestro último autobús mexicano para pasar los últimos días de nuestra aventura en otra mega urbe: México D.F. Allí nos espera Abdiel, un autóctono amigo de Ingrid para mostrarnos los secretos de esta inmensa ciudad.
Bueno, como esta entrada no tiene fotos bonitas o "jugosas", os dejo alguna muestra más de los carteles de por aquí
¿A que da confianza?

¿Y quien le dice que no a que le ponchen las llantas? ¡Y gratis!

Pues nada, como los patos

A ver si lo que estas bebiendo es sangría...

Esta mola. Las cosas claras.

Siiiii, claaaaro, tabaco...

¿Entro o no?

Con esa asertividad y el descomunal insulto, mejor que con una multa. Más eficaz.

De momento os dejo, que empieza El Chavo del Ocho y espero que esto no me lo censuren, porque cada vez que en una película sale una teta o similar, te eliminan la escena entera, aunque eso suponga no enterarte de la mitad de la peli. México es “asín”.

Paz y amor

Jorge

P.D. Por cierto, el blog no acaba con el viaje, que tenemos algunos “especiales” reservados para la vuelta. No os despistéis, que os esperan aun muchas sorpresas…

3 comentarios:

  1. Esto se acaba...
    Pero como nos alegramos de que volvais, que os echamos de menos.
    Ya decia yo que iba a echar de menos las entradas en el blog, así que me alegro de que continueis, al menos para ir desenganchandonos, existirán los chicles de blog??' ;)

    Un beso chicos y calmad la pena de un viaje que termina con la paz de volver a estar en casa y con las interminables charlas que os esperan con todos los que os hemos seguido desde aqui.

    Sonia y Guillermo

    PD: Ya veis por qué no escribo comentarios, soy malísima con esto!!!!!

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  2. Biennnnn ya vienen mis cuñados me encantaaaaaaaa

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  3. Me encantan los mensajes de los carteles :)
    Como calificariais vuestro paso por Mexico? Nos lo aconsejais? No sabemos muy bien por donde van a ir los tiros ahora...
    Ya contareis como va lo del regreso, la verdad esque no me puedo hacer a la idea!
    Un beso a los dos!

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